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Milk

Milk

Por High Then

A estas alturas es sabido que Gus Van Sant es un director que se mueve fundamentalmente entre dos estilos o maneras de hacer cine; una claramente de corte independiente, con una mirada de autor bien definida entre un muy buen trato sonoro-fotográfico y un sello claramente contemplativo (Elephant, Gerry, Last Days); y otra más bien clásica, más ligada a narrativas convencionales, sin mucha mano autoral (Finding Forrester, Good Will Hunting). En primera instancia, Milk pareciera responder a la cruza de esos dos aspectos, sobretodo por tratarse de un guión convencional filmado con una fotografía un poco más arriesgada. Sin embargo, esta primera impresión se va diluyendo a medida que el largometraje avanza. Lo que por momentos parecía ser una película diferente, se va convirtiendo en una más del montón. Fundamentalmente por un guión lleno de las convenciones de una historia biográfica: un personaje común y corriente que un día, ante una adversidad, decide dar una lucha que cambiará su vida y la de muchos otros. Es difícil, siempre habrá gente que se le interponga en el camino, pero Harvey Milk (Sean Penn) sabrá dar la pelea y lograr su objetivo con una gran tenacidad, a pesar de que eso tenga graves consecuencias. Es la estructura básica del viaje del héroe.

Basada en la historia de Harvey Milk, el primer homosexual electo para un cargo político en Estados Unidos, la historia nos muestra las dificultades con que la comunidad gay tenía que enfrentarse para defender sus derechos, sobretodo si en la vereda contraria había personas que los concebían como verdaderos monstruos dañinos para la sociedad. Pero por otro lado también se adentra en los conflictos personales de Milk, fundamentalmente en torno a dos relaciones amorosas (no paralelas) que lo enfrentan a sus aspiraciones políticas: con Scott Smith (James Franco) mantiene una relación duradera y profunda que se va gastando a medida que Harvey Milk va adquiriendo su rol de defensor de los derechos homosexuales; algo similar a lo que ocurre posteriormente con Jack Lira (Diego Luna), para quien el rol político de Milk se convierte en un verdadero tormento.

Es verdad, la película está bien filmada y actuada, sin embargo me parece un cliché que Sean Penn se haya llevado el Oscar por esta interpretación (no lo digo porque sea un mal actor, de hecho es uno de los grandes y por eso mismo se lo tiene merecido, pero por otros papeles, no particularmente por éste) sino porque la tendencia Hollywoodense a premiar actuaciones que impliquen un cambio drástico en la apariencia o un cambio de sexo, parecen más decisiones de discriminación positiva que una verdadera valoración artística.