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Neil Halstead: Permitirse una pausa

Neil Halstead: Permitirse una pausa

Sábado 8 de junio de 2013, Bar Loreto, Santiago
Foto por Jaime Carrera

Bar Loreto, un recinto habituado a contextos más expresivos y fiesteros, sufrió un fenómeno particular e inverso la noche del sábado. Neil Halstead, cerebro de Slowdive y Mojave 3, símbolo de la escena shoegazer en los ‘90 y actual cultor del folk más intimista, propuso sobre el escenario no sólo un ritmo musical casi inéditamente aletargado para el local de Bellavista, sino también un verdadero estado de ánimo.

Contrario al efecto de catarsis o celebración que inducen bandas de rock, pop o música bailable en vivo, lo del británico fue una invitación al silencio, la contemplación y la pausa. En lugar de subir las revoluciones de su vida cotidiana, el público presente fue seducido a entrar en una burbuja cálida y nostálgica de sonidos plácidos, composiciones acústicas y voces somnolientas, como si el tiempo en esas cuatro paredes se hubiese detenido para permitir una delicada reflexión a través de las melodías.

Luego del preámbulo con los nacionales Inverness, Halstead se situó sólo con la compañía de su guitarra frente a los asistentes e interpretó algunos singles de su más reciente álbum, “Palindrome Hunches”, generando una atmósfera de quietud con temas como ‘Digging Shelters’ y ‘Tied to You’. Luego, mientras se intentaba (a ratos en vano) lograr el silencio total en la sala, los integrantes de la banda chilena acompañaron en cuerdas, teclado y violín al inglés en varias canciones, incluyendo pequeños clásicos de Mojave 3 (‘Trying To Reach You’, ‘In Love with a View’, ‘Return to Sender’) que produjeron los primeros gestos de emoción en los asistentes.

Opacado a ratos por incómodas fallas de sonido, el músico se paseó por su catálogo alternando momentos de serenidad profunda con otros de mayor intensidad. Sonaron, entre otras, ‘Sleeping on Roads’ (de su disco debut) y la hermosa ‘Hey Daydreamer’ (de su última placa), pero nada fue como la arriesgada y sorpresiva versión de ‘Alison’. Para darle el gusto a los presentes que pedían los entrañables himnos noventeros de Slowdive, el compositor se apoyó de nuevo en Rodrigo Jarque y compañía y regaló el único momento de la noche que hizo rememorar el sonido único del shoegaze con una interpretación donde el delay y el reverb crearon el emotivo peak la velada.

Luego de desaparecer por unos minutos, fue sólo el inglés quien retornó al escenario para una sencilla pero tierna versión de ‘40 Days’, otro de los himnos inolvidables de la banda de Reading. El set terminó con oscuridad y misterio (pero no sin antes intentar recordar los primeros versos) de la mano de ‘Dagger’, tema que cierra ese inmenso disco que es “Souvlaki” y otra sorpresa poco habitual en sus presentaciones en vivo.

Unos de los antiguos símbolos de los pedales y efectos, representante del romanticismo y la ensoñación adolescente, hoy revivalista del folk setentero y claro deudor de Nick Drake, fue capaz de apaciguar con su voz y su guitarra por un par de horas a una masa acostumbrada al ritmo vertiginoso imperante en la cartelera de conciertos nacionales. De hacer al público meditar en torno a melodías donde reina la simpleza, la melancolía y la introspección. Un ejercicio tan interesante como necesario y que, en un mundo dominado por la inmediatez y el ruido, se vuelve aún más necesario y se agradece con una sonrisa.

Revisa en este enlace nuestro álbum de fotos del show de Neil Halstead en Chile.